“Nacemos solos, vivimos solos, morimos solos. Solo con nuestro amor y nuestra amistad podemos crear la ilusión del momento de que no estamos solos.” ~Orson Welles.
Vs.
“Vivimos solos, morimos solos, todo lo demás es una ilusión.” ~George, de la película The Art of Getting By
El reflexionar sobre estas dos frases verdaderamente ¡me sacó de onda!
Desde los albores de la historia nacieron unos 110,000 millones de seres humanos y ninguno sobrevivió.
Hay 6,800 millones de personas en el mundo, alrededor de 60 millones mueren, o sea, alrededor de 160,000 por día.
Leí esta cita cuando era chico: “Vivimos solos, morimos solos, todo lo demás es una ilusión.”
Solía quitarme el sueño. Todos morimos solos.
Entonces: ¿Por qué se supone que deba pasar toda la vida trabajando, sudando, luchando?
¿Por qué ni los amigos, ni una sola chica, ni tareas sobre la conjugación del pluscuamperfecto, ni la determinación de la raíz cuadrada de la hipotenusa, me ayudaran a evitar mi destino?
¿Vale la pena deprimirnos y no salir a la calle o hacer nuestras obligaciones diarias. Vale la pena no hacer nuestras tareas de matemáticas. Vale la pena dejar a un lado a nuestros amigos o nuestro trabajo, sólo por el hecho de saber que todos moriremos algún día?
No me parece una excusa razonable para no terminar de realizar las tareas de matemáticas o concluir las obligaciones de trabajo.
Considero que hay formas de aprovechar el tiempo.
¿Hasta dónde la conciencia de la mortalidad pesa más que nuestras obligaciones (si así se quisera). ¿Hasta dónde las cosas se justifican y carecen de sentido? ¿Es esto sólo una reflexión pasajera?
Al carecer de sentido, no tendría ningún valor hacer nuestras obligaciones, superaciones, motivos en esta vida.
Entonces: ¿Nos pone esto en riesgo de perder nuestros privilegios?
Al mencionar privilegios, me refiero a los compromisos que en un preciso momento de nuestras vidas decidamos optar por superar o comprometernos. Por ejemplo, el comportamiento de un alumno en su aula de clases, estar a tiempo en la clase, tener buenas calificaciones o grados y si es posible ser el mejor. Dando como resultado, un plan que por esa única razón nos crearía la posibilidad de tener un futuro y poder ingresara a la universidad, obtener becas, etc. Todo ello dependerá de nuestro total y satisfactorio desempeño. Y todo caerá como consecuencia en todo lo que vendrá.
¿Cómo sabemos que estamos a tiempo o a destiempo de hacer las cosas?
¿Qué hay del fatalismo, debemos dejar que todo se hunda?
¿De verdad existe una alguna otra manera de salirte con la tuya ?
¿Qué papel juega aquí la motivación?
¿Nos afectan los problemas familiares? ¿Existen tales problemas?
¿Cuánto un problema familiar oxidado de antaño y no resuelto, nos puede afectar, como hijos en nuestro enfrentamiento a los retos de la vida diaria?
¿Cuánto nos desmotiva y por qué?
Es demasiado probable que la falta de comunicación con nuestros padres o con nuestros hermanos o la falta de una relación afectiva, afecte también nuestras decisiones en la vida diaria.
¿Qué valores morales nos podrían ayudar, que acción titánica habría que emprender. Cuál actitud seria la correcta y positiva para salir avante de esta difícil empresa de las superaciones en la vida. Qué tan fuertes tenemos que ser?
¿Cómo debemos de enfrentar los problemas de familia y nuestras relaciones en general?
¿Debemos tratar de hacer sentir a alguien más orgulloso, con nuestro desempeño diario?
¿Sirve de algo querer ser los mejores y que nuestros padres o nuestros maestros se sientan orgullosos de nosotros?
En nuestras vidas pasamos por situaciones “peligrosas,” como tomar a la ligera el fumar y tomar alcohol. Existe una línea muy delgada entre decidir hacerlo y ser parte de un círculo vicioso por largo tiempo o por el resto de nuestras vidas.
Estamos expuestos a tanta tensión y a tanto estrés en nuestros trabajos y escuelas, que estamos al borde de sucumbir en decisiones equivocadas.
¿Qué papel juega aquí el estrés y como afecta en la toma de decisiones correctas? ¿Si no atendemos nuestros estudios propiamente, cómo se supone que tengamos un trabajo digno?
¿Cómo descubrir nuestros talentos?
¿Cómo conectar nuestro cerebro con nuestro corazón y dar lo mejor de nosotros mismos como seres humanos?
¿Cómo decir lo que queremos? O es que no tenemos nada que decir.
Actualmente, una manera de tratar el desinterés, por no hacer algo en la vida, se relega a tratamientos con medicinas como la ritalina y el lexapro o a tutores y terapias. ¿Esto funciona o no funciona?
Vivimos en una época decadente. Calentamiento global, guerras, amenazas, maremotos. ¿Esto quiere decir que vamos cuesta abajo?
Entonces aquí caben las preguntas de: ¿Para que trabajamos? ¿Le tememos a la vida?
¿Qué papel juegan aquí los amigos? O es que es preferible ser misántropos.
A esta altura de reflexiones, podríamos casi deducir en todo momento de que las familias disgregadas, son más o menos vulnerables a estos casos de desmotivación por la falta de afecto.
El hecho de enfrentar nuestras vidas de esa manera nos pone más en conflicto con nosotros mismos, depender de nosotros mismos, ser ingeniosos.
¿Pero cómo encontrar la verdadera motivación; somos artistas, somos ingenieros, somos poetas, estadistas? ¿Qué hay de nuestro país y la libertad que nos heredaron los padres de nuestra patria?
Confianza en nosotros mismos es un valor muy importante, es muy reconfortante saber que estamos en la dirección correcta. Existen ciclos por vivir, superar etapas y estar conscientes que esto nos coronará con la madurez.
Nuestros padres muchas veces hacen suficiente al brindarnos alimentos, un techo seguro y solventar nuestros estudios. Siempre está abierta la opción de ser independientes, claro está.
El respeto a nuestros mentores o maestros es determinante para nuestro futuro, porque sin esto, grandes talentos se han ido por la alcantarilla del “valemadrismo.”
No se vale, no podemos ser indiferentes y apáticos a la vida y a todas las cosas maravillosas que esto nos puede traer.
La felicidad es algo que siempre debemos cuidar y estar atentos de ella.
Definitivamente el amor y la familia son motores que nos impelen y robustecen nuestra actitud de superación para hacer las cosas y para terminar lo empezado.
“Los verdaderos sentimientos no son ilusión.”
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