“LA DIETA DE DUKE ELLINGTON.”
Lo que el célebre compositor y de su relación con la comida y lo que revela acerca de los conflictos internos que públicamente compartimos.
Esta es una cultura en nuestra relación con la comida, aunque algunas veces es un “Canvas” para la creatividad que ahora ha mutado de una fuente de sustento a un gran escenario para nuestras luchas morales a fuerza de voluntad, una tiranía de hábitos que buscamos volver a “cablear”, una moneda de estatus en la jerarquía del mundo de ricos y pobres. En su forma más trágica, puede extraer y romper la psique bajo las fuerzas más implacables, y los impulsos más contradictorios por la indulgencia y el control. Mientras que para la mayoría de nosotros, estos dramas diarios se desenvuelven en el plano privado, para las figuras públicas que ofrecen material de origen para esa triste excusa del periodismo, mientras nos encontramos en el quiosco de productos de prueba y los pasillo del supermercado. Y sin embargo algo al respecto —acerca de esos demonios compartidos de nuestra relación ambivalente con la comida como metáforas y vudús para nuestras
contradicciones internas y oscilaciones entre el autoodio y la autosatisfacción, entre extinción y control —tiene un persistente encanto, incluso para aquellos que rechazan más la cultura tabloide.
Tal vez es la confluencia de estos fenómenos culturales curiosos que los convierte en una de las partes más interesantes de la fantástica nueva biografía de Terry Teachout, Duke: “Una Vida de Duke Ellington” (biblioteca pública) —La relación de Ellington con la comida. En muchos sentidos, presenta una versión amplificada de las luchas internas a las que nos enfrentamos todos los días— amplificada al nivel de una caricatura, que es lo que lo hace tanto tan poderoso y tan inquietante, de la misma manera tiende a ser incómodo en el rededor o disgustan profundamente a los que exhiben en versiones exageradas con nuestros peores rasgos.
Ellington, que estaba muy preocupado con la forma en que se veía en el escenario, hizo grandes esfuerzos para reconciliar y ocultar sus apetitos en conflicto solo por el placer y por la apariencia. Llevaba “conjuntos” cuando actuó— pero con una peculiaridad:
Debajo de toda la ropa que llevaba, usaba un corsé, una herramienta útil para un artista cuyo apetito por la comida era tan descomunal como su apetito por el sexo. Uno de los apodos de Ellington fue “El regordete”, y Tricky Sam Nanton le rindió homenaje asombrado por su capacidad: “¡Es un genio, de acuerdo, pero Jesús, como come!” Algunos de sus peculiaridades más recordadas tenían que ver con comida, tales como su práctica de terminarse una chuleta sobrante en un pañuelo o servilleta, para luego meterla en uno de sus bolsillos después de la comida. Era una costumbre que había adquirido en sus primeros días, cuando los alimentos, como el dinero, eran muy difíciles de conseguir. “Después de un tiempo, se come en defensa propia”, dijo a Whitney Balliett.” Lo que se obtiene por acumular pequeños pedazos de alimentos luchando contra el tiempo pensando en que un día no va a haber ni un pedazo.”
Pero sus luchas con los alimentos son más profundas que un mero capricho. Teachout cita el relato de un periodista de cómo la compulsión notoria de Ellington para controlar su imagen en donde el tiro le salió por la culata en la más tragicómica de las formas en su dieta:
Duque, quien siempre está preocupado por mantener su peso bajo, puede anunciar que pretende comer nada más que trigo triturado y té negro. . . . La resolución de Duke de no comer en exceso con frecuencia se derrumba precisamente en este punto. Cuando lo hace, él pide un bistec, y después de terminarlo se involucra en otra lucha moral por cerca de cinco minutos. Entonces realmente empieza a comer. Tiene otra carne ya lista, cubierta de cebolla, con una doble porción de papas fritas, una ensalada, un plato de tomates en rodajas, una langosta gigante y mantequilla derretida, el café y un postre de Ellington, Connecticut— tal vez una combinación de pastel, torta, helado, natillas, gelatina, fruta y queso. Su apetito realmente se había agudizado, él puede fácilmente ordenar jamón y huevos, media docena de “pancakes”, wafles con jarabe de arce, ¡ah y unas galletas calientitas! Entonces, ya se ha decidido a volver a su dieta, que terminará, cuando empezó, con trigo triturado y el té negro.
Para ver más de cerca a Duke, lea: “A life of Duke Ellington”, te va a sumergir en la historia de cómo Ellington diseño su propia imagen.
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Biografia:
Edward Kennedy “Duke” Ellington: (29 abril 1899 hasta 24 mayo 1974.) Fue un compositor, pianista y director de orquesta de las orquestas de jazz. Dirigió su orquesta a partir de 1923 hasta su muerte, en su trayectoria de más de 50 años.
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