“LA RED CELESTIAL DE MITCHELL.” PARTE 2
Su relato de este episodio, se encuentra en Maria Mitchell: “Vida, Cartas y Diarios”, es completamente divertido desde el principio hasta el final, emblemático del carácter de Mitchell y su infatigable ingenio. Ella escribe en una entrada del diario de Año Nuevo de 1855:
Puse algunos cables en mi pequeño tránsito esta mañana. Lo temía tanto, cuando me di cuenta de que debía hacerlo, que me molestó el sueño. Era mucho más fácil de lo que esperaba. Primero sacé los pequeños tornillos colimadores, luego saqué el tubo y en eso encontré una placa de latón atornillada en el diafragma que contenía las líneas. Al principio estaba un poco desconcertada al saber qué los tornillos mantenían este diafragma en su lugar, y, como estaba muy ansiosa por no desenroscar los equivocados, tomé tiempo para considerar y encontré que sólo necesitaba dos. Luego se deslizó el pequeño plato con sus tres alambres donde cinco deberían haber sido, y dos hubieron sido roto. Como no sabía cómo manejar la red de una telaraña, tomé los pelos de mi propia cabeza, tomando el cuidado de elegir los blancos, porque no tengo negros de sobra. Puse los dos, después de estirarlos primero sobre el cartón, pegándolos con una cera selladora disuelta en alcohol en las pequeñas líneas ranuradas que encontré. Cuando tuve, con gran trabajo, ya pude haber ajustado estos, como pensé, firmemente, percibí que algo de la cera estaba en los pelos y los hacía aún más gruesos, y que ya eran demasiado toscos; Así que lavé mi pequeño cepillo de pelo de camello que había estado usando, y comencé a lavarlos con alcohol claro. Casi al instante me lavé otro alambre y pronto otro y otro. Fui a trabajar pacientemente y coloqué las cinco perpendiculares, además de la horizontal, que, como las otras, se había encorvado y parecía derretirse. Con otra hora de trabajo conseguí en los cinco, cuando un movimiento grosero los levantó todos de nuevo y comencé de nuevo. A la una de la madrugada los había vuelto a meter. Intenté entonces poner el diafragma de nuevo en su lugar. La cera de sellado no estaba seca, y con un pequeño tarro envié los alambres todos y yo me encontraba en un esta “agog”. Esta vez no salieron de las pequeñas ranuras en las que fueron colocadas, y me apresuré a sacar el plato de latón y ponerlos en líneas paralelas. Dejé todo entonces para todo el día, pero, como parecían bien y estaban ciertamente en solidez, firmemente, no consideré que había hecho un fracaso entero.
Pensé que era un buen trabajo para manejar pequeños hilos y girar …
Continuará …
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Vocabulario:
A • gog. Adj. Estar muy excitado por el afán, la curiosidad, la anticipación, etc.: Estaba emocionada cuando oyó la noticia.
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