“LA CEGUERA VOLUNTARIA DE HEFFERNAN.” PARTE 4.
Cuando amamos a alguien, los vemos como más inteligente, más ingeniosa, más bonita, más fuerte que cualquier otra persona los ve. Para nosotros, un ser querido padre, el compañero, o un niño tienen infinitamente más talento, potencial, y la virtud que meros extraños jamás pueden discernir. Ser amado, cuando nacemos, nos mantiene vivos; sin amor a un hijo, ¿cómo podría cualquier nueva madre
gestionar o sobrevivir a cualquier niño? Y si crecemos rodeados de amor, sentirse seguros en el conocimiento de que otros creen en nosotros, nos creen campeones así para defendernos. Esa confianza —de que somos amados y por lo tanto dignos de ser amados— es un elemento esencial de nuestra identidad y confianza en sí mismos.
Creemos en nosotros mismos, al menos en parte, debido a que otros creen en nosotros y dependemos poderosamente en su creencia. Como seres humanos, estamos muy enfocados en encontrar y proteger a las relaciones que nos hacen sentir bien con nosotros mismos y que nos hace sentirnos seguros .. Esos espejos confirman nuestro sentido de autoestima. El amor hace lo mismo … y que parece ser tan cierto incluso si nuestro amor se basa en la ilusión. De hecho, parece que hay cierta evidencia no sólo que todo amor se basa en la ilusión —sino que el amor requiere positivamente de ilusión con el fin de que dure.
Debido a la forma integral del amor es nuestro sentido de identidad —no lo olvidemos: “Quienes somos y en lo que nos volvemos depende, en parte, en que amamos”— somos muy reacios a ver cualquier cosa que amenace ese sentido y hacemos sobre ver las virtudes de nuestros seres queridos si existiera una cuestion.
El ejemplo más terrible de esta ceguera, Heffernan señala, es en las familias dañadas por abuso infantil. Unos 700.000 casos de abuso infantil son reportados cada año —y esta es una de las formas menos reportadas de violencia en la sociedad por una variedad de razones— que hace que sea imposible imaginar cómo tantas familias pueden cerrar los ojos ante la tragedia y lo que encierra. Y, sin embargo, nota Heffernan, imaginando y reconociendo una idea tal devastadora que requiere de los padres y tutores a no perpetrar a cuestionar su propia realidad a tal grado que muchos encuentran su escape inconsciente en su “ceguera voluntaria”.
Ella vuelve al fenómeno más amplio:
Las naciones, las instituciones, los individuos pueden ser cegados por el amor, por la necesidad de creerse buenos, dignos y valiosos. Simplemente no podría funcionar si nos creyéramos a nosotros mismos a ser de otro modo. Pero cuando estamos ciegos a los defectos y fallas de lo que nos gusta, no somos eficaces, ya sea … Nos hacemos impotentes cuando pretendemos que no sabemos. Esa es la paradoja de la ceguera: Creemos que nos hará seguros, incluso, ya que nos pone en peligro.
Continuará …
Piensa, Comparte y Opina -Share Please.