“SOBRE EL ARTE DE ADQUIRIR LA LIBERTAD.” Bertrand Russell.
Esas luchas del ego-extracción, Suzuki señala, pueden ser de lo más íntimo, lo más amable nada material —el tipo que Rilke había articulado tan bellamente dos décadas antes en su carta sobre las cargas y las bendiciones del amor. Suzuki escribe:
El amor hace que el ego se pierda en el objeto al que ama, y sin embargo, al mismo tiempo el quiere tener ese objeto como suyo propio… El grueso mayor de la literatura
jamás producida en este mundo, no es más que la insistencia en la misma cadena de amor, y parece que nunca se cansará de él. Pero… a través del despertar del amor obtenemos una visión de la infinidad de cosas… Cuando el ego-cáscara se rompe y el “otro” se toma en su propio cuerpo, podemos decir que el ego ha negado en sí o que el ego tiene dado sus primeros pasos hacia el infinito.
A pesar de que se encarga de señalar el inestimable papel de la inteligencia en la vida del día a día, Suzuki afirma que el intelecto es lo que nos impide el infinito:
El Zen propone su solución apelando directamente a los hechos de la experiencia personal y no de reservarse al conocimiento. La naturaleza del propio ser donde aparentemente se libra la lucha entre lo finito y lo infinito, es que hay que asir por una facultad más que el intelecto… Porque el intelecto tiene una cualidad inquietantemente curiosa en si mismo. A pesar de que plantea preguntas suficientes para perturbar la serenidad de la mente, es demasiado o muy frecuente dar respuestas incapazmante satisfactorias a las mismas. Se altera la paz dichosa de la ignorancia y sin embargo no restaura el estado anterior de las cosas al ofrecer algo más. Debido a que señala la ignorancia, a menudo se considera que ilumina, mientras que el hecho es que perturba, con lo que no necesariamente siempre trae luz en su camino.
Qué conmovedora es esta última observación en el contexto de la vida intelectual contemporánea. Gran parte de nuestra educación superior tiene como premisa el espíritu de romper las cosas en lugar de construir las cosas —sobre todo cómo un estudiante inteligente puede criticar y contrarrestar un argumento— que tiene, como era de esperarse, impregnado el tejido del discurso público en general. Tenemos una cultura de la crítica en la que los críticos, profesional y auto-nombrados, miden su mérito por la forma inteligente que pueden destripar una idea, una obra de arte, o, cada vez más y de manera alarmante, a una persona. Parece que hemos olvidado cómo adquirir lo que Bertrand Russell llamó, justo un año antes de la publicación de ensayos de Suzuki, “un alto grado de cultura intelectual sin atrofia emocional” en su magnífica meditación sobre por qué la construcción es más difícil y aún más gratificante que la destrucción.
Continuará […] PARTE 4.
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Biografia:
Bertrand Arthur William Russell. (1872-1970) fue un filósofo británico, lógico, matemático, historiador, escritor, crítico social y activista político. En varios momentos de su vida él se consideraba un liberal, socialista y pacifista, pero también admitió que nunca había sido cualquiera de ellos en un sentido profundo. Nació en Monmouthshire en una de las más prominentes familias aristocráticas de Gran Bretaña.
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