Hola Amigos/as! Gracias por sus comentarios y por leer mi blog anterior “El Amor.” Se que fué un artículo bastante largo, pero hablar o escribir sobre el amor muchas veces se convierte en un tema de nunca acabar. Esta vez vamos hablar sobre “El Miedo.” Que es el miedo, que lo ocasiona, los tipos de miedo y sus consecuencias, pero como es un tema interesante y también con mucha tela de donde cortar, lo vamos a publicar en dos partes.
El miedo o temor es una emoción caracterizada por un intenso sentimiento habitualmente desagradable. Es provocado por la percepción de un peligro, real o supuesto, presente, futuro o incluso pasado.
Es una emoción primaria que se deriva de la aversión natural al riesgo o la amenaza. Se manifiesta tanto en los animales como en el ser humano. La máxima expresión del miedo es el terror.
Esta emoción, sentimiento o sensación es parte de diferentes niveles, según como podamos llegar a sentirlo y dependiendo del cuándo, el dónde y el cómo. Esta escala de niveles del miedo tiene un principio y un fin.
Aún con todo ello, este es un estado afectivo, emocional y necesario para la correcta adaptación de nuestro organismo al medio que provoca angustia en nuestra propia persona.
El miedo también puede ser producto de algo aprendido. Este en sí es una respuesta innata que se da sin aprendizaje previo y uno de sus objetivos es la protección ante lo que todavía no está o tenemos aprendido.
Esto quiere decir que ciertamente los niños al nacer tienen una serie de recursos y reflejos que salen a relucir para protegerse de infinitos factores, cuando se sienten amenazados o atemorizados.
A lo largo del proceso de crecimiento y desarrollo del niño irán apareciendo diferentes tipos de miedos y característicos a ciertas edades. Muchos de ellos por lo desconocido, que los padres en este caso son un empuje para reconocer y ayudar a superar para hacer de eso parte del proceso de aprendizaje y maduración.
Según el diccionario de la Real Academia Española (RAE), el miedo es la “perturbación angustiosa del ánimo por un riesgo o daño real o imaginario.” El vocablo procede del (latín metus), que tiene significado análogo. Como todas las emociones admite graduación, y así el diccionario establece algunos términos asociados, como temor, recelo, riesgo, aprensión, canguelo, espanto, pavor, terror, horror, fobia, susto, alarma, peligro o pánico
Tipos de miedo
Existen diferentes clases de miedos, dependiendo de muchos factores. Entre ellos se sitúan:
Los miedos que son considerados normales, ya que entran dentro del proceso de desarrollo.
También están los miedos que son innatos, como por el ejemplo el del niño recién nacido.
El aprendido también formaría parte dentro de los tipos, y sería muy importante ya que es el que se marca y se graba después de una experiencia o vivencia negativa.
La fobia podría estar clasificada como un miedo irracional, obsesivo y angustioso hacia y ante determinadas situaciones, cosas o personas. En diversas ocasiones los miedos aprendidos pueden convertirse en fobias.
Podríamos nombrar y clasificar el miedo patológico, que es aquel que se repite con frecuencia en un infante; persiste hasta después de una edad considerada razonable y cuyas manifestaciones son muy intensas.
Temor es el miedo a algo que se piensa que ya ha sucedido.
Aprensión es la aversión a tocar algo.
Canguelo (miedo breve) procede del caló y significa originariamente apestar, y se relaciona con el aflojamiento de esfínteres que produce el miedo.
Pánico es el miedo sin fundamento, colectivo y descontrolado (palabra derivada del nombre del dios Pan, y se refiere al miedo a los ruidos perturbadores de la naturaleza).
Susto (procedente del portugués), miedo breve y súbito, procedente de una causa pequeña.
Alarma que significa, etimológicamente, “a las armas.”
La gradación del miedo en la lengua castellana, comienza con el miedo intensísimo, el terror y el pavor (este último del indoeuropeo peu-, golpear, de donde proceden también pavura y espanto).
La Biblia cristiana hace mención al miedo en su primer libro. En concreto, el miedo se convierte en atributo humano por causa del pecado original:
“Y llamó Jehová Dios al hombre, y le dijo: ¿Dónde estás tú? Y él respondió: Oí tu voz en el huerto, y tuve miedo, porque estaba desnudo; y escondíme. (Génesis, 3,9)
Las religiones monoteístas evidencian un tipo de miedo religioso, el temor de Dios y cada una. Desde el judaísmo hasta el islam han desarrollado su particular teología al respecto. Es de destacar que ciertas religiones recurren a adoctrinar en el periodo de aprendizaje infantil con amenazas de sufrimiento infinito y eterno si no se cree en sus postulados y si no se cumplen sus normas. Otras religiones, como el budismo, se fundamentan directamente en la necesidad de evitar el dolor y el sufrimiento, y por tanto, de manera indirecta, tienen una especial relación con el miedo.
Las consecuencias de: El Miedo
Dependiendo del nivel, como anteriormente he comentado, o del estado en que sintamos ese miedo, o cómo lo sentimos, se nos va manifestando en nosotros mismos y podemos llegar a tener diversas consecuencias por ello.
Sus primeros niveles serían de inseguridad hacia todo lo que no es claro y podría dañar la personalidad de cualquiera de nosotros.
Esta emoción genera ansiedad y en diversas ocasiones la ansiedad se puede convertir en crónica. La persona se muestra temblorosa, inquieta, mal humor, malestar…
También otras de las enfermedades que podrían ser producidas a lo largo de estos síntomas podría ser una hiperactividad crónica. Como consecuencia de ello aparecen múltiples síntomas como: palpitaciones, angustia, hiperventilación, sensación de ahogo, debilidad, vómitos, diarrea, escalofríos.
El miedo al rechazo, miedo al fracaso, miedo a la pérdida de poder y miedo al cambio.
El miedo al rechazo se podría decir que es el miedo latino. Vivimos en una sociedad muy afiliativa, por eso necesitamos constantemente la aprobación del grupo. A este tipo de miedo pertenece la “vergüenza ajena,” emoción que únicamente sentimos nosotros y que otras sociedades no entienden, y también el temor a hablar en público.
El miedo al fracaso es más acentuado en sociedades anglosajonas. Esto es debido probablemente a su religión: mientras el catolicismo intenta crear la armonía del grupo y por tanto fomenta el miedo al rechazo, la máxima del calvinismo es: “lo que hagas en esta vida será lo que alcances en la otra.”
El miedo a la pérdida de poder es quizá el menos reconocido. En un estudio que se hizo con 185 directores generales, solamente un 6% reconocía padecer este miedo. Sin embargo todos sabemos cómo nos gusta influir en terceros y mantener nuestra parcela de poder.
El miedo al cambio es el padre de los demás miedos porque detrás de él se desarrolla cualquiera de los otros tres. Una fusión, una reestructuración, etc. Suponen que sintamos miedo a no ser acogidos por el grupo, a fracasar en los objetivos marcados, a perder nuestro puesto en la jerarquía o a perder el trabajo.
Cualquiera de ellos tiene la capacidad de paralizarnos y únicamente nosotros podemos lograr conquistarlo.
La cuestión es poner los pies encima y sobre la tierra, abrir los ojos y ser consciente o consecuente de lo que es realmente real. Para poder llegar a afrontar el miedo.
Lo que mata es el miedo
Un cuento popular árabe que nos deja una gran enseñanza.
Una caravana de mercaderes y peregrinos atravesaban lentamente el desierto. De pronto, a lo lejos, apareció un veloz jinete que surcaba las arenas como si su caballo llevara alas. Cuando aquel extraño jinete se acercó, todos los miembros de la caravana pudieron contemplar, con horror, su esquelética figura que apenas si se detuvo junto a ellos. Era la Peste que se dirigía a Damasco, ansiosa de segar vidas y sembrar la muerte.
¿Adónde vas tan deprisa?- le preguntó el jefe.
Voy a Damasco. Allí pienso cobrarme un millar de vidas.
Y antes de que los mercaderes pudieran reaccionar, ya estaba cabalgando de nuevo. Lo siguieron con la vista hasta que sólo fue un punto perdido entre la inmensidad de las dunas.
Semanas después la caravana llegó a Damasco donde encontró tristeza, lamentos y desolación. ¡La Peste se había cobrado cerca de 50.000 vidas! En todas las casas había alguien por quien llorar, niños, ancianos, jóvenes.
El jefe de la caravana se puso rabioso e impotente al recordar que la Peste le había dicho que iba a cobrarse un millar de vidas. Sin embargo había causado una gran mortandad.
Tiempo después, dirigiendo otra caravana por el desierto, el jefe volvió a encontrarse con la Peste. Con actitud de reproche le dijo:
¡Me enteré que en Damasco te cobraste 50.000 vidas, no el millar que me habías dicho! Que mentiroso resultaste, no sólo causas la muerte sino que además tus palabras están llenas de falsedad.
No- respondió la Peste – fui fiel a mi palabra. Yo sólo acabé con mil vidas, el resto se las llevó el Miedo.
Para pensar no es así! ¿Qué reflexión te deja esta historia?
Ante una situación provocadora, ¿el miedo logra atraparte o consigues mantenerte en calma y superarlo?
Miedo a lo desconocido
Todos, nadie se libra. Tanto los que lo tienen todo claro en la vida y derrochan seguridad, como los que dudan, los que pasan de todo, y los que piensan más de la cuenta. Absolutamente todos, hasta los más valientes tienen miedo de algo. Y ese algo parece convertirse en denominador común para todos los mortales.
Lo ideal para muchos, quizás también para ti, sea tenerlo todo bajo control. El hecho de poder saber qué va a pasar nos da seguridad, no en cada momento porque entonces la vida perdería gran parte de su gracia, pero es cierto que el tener una mínima idea de qué se nos viene encima nos ayuda a prepararnos mentalmente y a creernos, aunque sea sin fundamento, que estamos mejor preparados para afrontar cualquier situación para así no tenerle miedo a lo desconocido.
Si de repente tienes que hacer algo que nunca antes hiciste, por ejemplo un deporte de riesgo que te cause respeto, o mejor dicho algo con lo que como mínimo se te pongan los pelos de punta; gran parte de tu miedo a lo desconocido se basa en no tener información clara. No sabes cómo va a reaccionar tu cuerpo ya que esa nueva situación será sin duda todo un experimento para ti.
Sin embargo, hace ya unos cuantos años que existe este planeta y dudo mucho que vayas a hacer algo que nunca jamás nadie hizo antes. Es normal que si vas por primera vez a practicar el “bungee jumping” ese deporte en el que te tiras de un puente atado a una cuerda y te pasas un buen rato en el aire, antes de hacerlo te mueres de miedo. Pero ese miedo tendría que venir después, cuando una vez hecha la actividad pudieras decidir si te gusto la experiencia y si quieres o no repetirla.
Como superar el miedo a lo desconocido
Es completamente normal sentir escalofríos cuando vamos a exponernos ante algo novedoso; a la mayoría de personas la incertidumbre nos aterra. Sea lo que sea. No importa cuán simple o complicada sea la nueva realidad que tienes que afrontar.
Por ejemplo. si tienes que dar una conferencia delante de muchas personas y nunca antes lo hiciste, es normal que estés de todo menos tranquilo. En cualquier caso, una vez te hayas parado enfrente del micrófono y empiecen a surgir las palabras te darás cuenta de lo inútil que fue lo mucho que te preocupaste.
Preocuparse en exceso antes de afrontar cualquier situación no ayuda en absoluto, sino que resulta innecesario y perjudicial. Para superar el miedo a lo desconocido, como cualquier otro tipo de miedo, lo ideal es hacerlo. Afrontandolo es la única manera.
Hasta cierto punto no importa si la conferencia te salió fatal, te quedaste en blanco, te temblaba la voz y te querías desaparecer. Pero lo más valioso es que lo afrontaste y lo hiciste.
¿Piensas que si dieras una conferencia todos los días delante de cien personas seguirías teniendo el mismo miedo? Te aseguro que no. Si llevaras dos años dando una o dos conferencias diarias, al final sería tan sencillo que ni te darías cuenta de ello.
¿Te aterra ese deporte de bungee jumping? Si los practicaras cada día el miedo se iría difuminando hasta desaparecer. Eso sí, no es válido que los practiques seis días seguidos y luego lo dejes, con hacerlo cada día me refiero a una práctica constante, con mucha perseverancia.
Y lo mismo podemos aplicar en las situaciones sociales. ¿Crees que eres tímido o sociable simplemente porque naciste así?
Si te cuesta hacer amigos, piensa cuantas horas del día pasas solo, ¿Qué porcentaje de tu tiempo dedicas a estar con los demás, o a conocer gente nueva? Cuanto más tiempo dediques a estar con otras personas, más sencillo te resultará establecer relaciones del tipo que sean.
No es igual de sociable alguien que pasa la mayor parte de su tiempo acompañado que quien se pasa las horas solo, y por lo tanto, hablando en líneas generales, esas dos personas tendrían diferente capacidad para socializar.
La cuestión es ser constante, muy constante, y exponerse al miedo a lo desconocido de manera gradual, lo más continuamente posible. Todos tenemos obligaciones y probablemente no te sea posible dar una conferencia cada día, ni quedar con tus amigos todas las tardes, pero quizás sí puedas hacerlo cada semana. Si es importante para ti sabrás encontrar el tiempo necesario para esa actividad.
Piensa que el miedo a lo desconocido es algo completamente natural. Sin embargo, la mayoría de las veces, resulta absurdo que desperdicies tu energía experimentando un miedo que nada positivo te va a traer.
Paraté frente al micrófono con determinación, rodéate de gente, tírate por el puente (bien atado) si es lo que quieres.
Sustituye el miedo por la acción. Deja la incertidumbre a un lado y ocúpate de esa actividad que tanto te aterra, pues al estar ocupado dejarás de preocuparte. Vivirás sin miedo y feliz.
Como decía Nelson Mandela:
“No es valiente quien no tiene miedo, sino quien sabe conquistarlo.”
Hasta la próxima semana con la 2da. parte.
Miedo
http://youtu.be/-vmAYJW-O7Q
Isha nos habla: Que es el miedo