Hola amigos/as, Gracias por leer y por sus comentarios sobre mi blog anterior “La Vida.” Esta vez me atrevo a escribir sobre un tema del cúal se han escrito miles de frases y artículos. Y un tema por demás necesario en nuestras vidas, el amor. Espero les agrade y guste.
Que es el amor? Es una pregunta que nos hacemos a menudo, y en la mayoria de ocasiones no hay una respuesta satisfactoria para esta pregunta tan complicada. Creo que la respuesta esta dentro de cada uno, ya que cada persona tiene su propia “idea” del amor. Simplemente hay que buscar esa respuesta en tu interior. Por lo tanto para ‘encontrar” la respuesta a la pregunta ¿Que es el amor? lo único que debemos hacer es mirar en nuestro interior y encontrar que es el amor y que representa este para nosotros. Mientras tanto vamos a darle vida a este blog intentando explicar, que es el amor?
El amor es un concepto universal relativo a la “afinidad” entre seres, definido de diversas formas según las diferentes ideologías y puntos de vista (científico, filosófico, religioso, artístico). Habitualmente, se interpreta como un sentimiento relacionado con el afecto y el apego, y resultante y productor de una serie de emociones, experiencias y actitudes. En el contexto filosófico, el amor es una virtud que representa toda la bondad, compasión y afecto del ser humano. También puede describirse como acciones dirigidas hacia otros (o hacia uno mismo) y basadas en la compasión o bien como acciones dirigidas hacia otros y basadas en el afecto.
La palabra amor (del latín, amor, -ōris) abarca una gran cantidad de sentimientos diferentes. Desde el deseo pasional y de intimidad del amor romántico hasta la proximidad emocional asexual del amor familiar y el amor platónico, y hasta la profunda unidad o devoción del amor religioso. En este último terreno, trasciende del sentimiento y pasa a considerarse la manifestación de un estado de la mente o del alma, identificada en algunas religiones con Dios mismo y con la fuerza que mantiene unido el universo.
Las emociones asociadas al amor pueden ser extremadamente poderosas, llegando con frecuencia a ser irresistibles. El amor en sus diversas formas actúa como importante facilitador de las relaciones interpersonales y, debido a su importancia psicológica central, es uno de los temas más frecuentes en las artes creativas (música, cine, literatura).
Desde el punto de vista de la ciencia, lo que conocemos como amor parece ser un estado evolucionado del primitivo instinto de supervivencia, que mantenía a los seres humanos unidos y heroicos ante las amenazas y facilitaba la continuación de la especie mediante la reproducción.
La diversidad de usos y significados y la complejidad de los sentimientos que abarca hacen que el amor sea especialmente difícil de definir de un modo consistente, aunque, básicamente, el amor es interpretado de dos formas: bajo una concepción altruista, basada en la compasión y la colaboración, y bajo otra egoísta, basada en el interés individual y la rivalidad. El egoísmo suele estar relacionado con el cuerpo y el mundo material; el altruismo, con el alma y el mundo espiritual. Ambos son, según la ciencia actual, expresiones de procesos cerebrales que la evolución proporcionó al ser humano; la idea del alma, o de algo parecido al alma, probablemente apareció hace entre un millón y varios cientos de miles de años.
A lo largo de la historia se han expresado, incluso en culturas sin ningún contacto conocido entre ellas, conceptos que, con algunas variaciones, incluyen la dualidad esencial del ser humano: lo femenino y lo masculino, el bien y el mal, el yin y el yang.
Popularmente, el amor se considera un sentimiento. En los casos más comunes, dicho sentimiento se basa en la atracción y la admiración de un sujeto hacia otro. Habitualmente se asocia el término con el amor romántico, una relación pasional y sexual entre dos personas que produce una influencia muy importante en sus vidas. El amor romántico intensifica las relaciones interpersonales entre ambos sujetos, quienes, partiendo de su propia insuficiencia, desean el encuentro y unión con aquel que han juzgado ser el complemento para su existencia.
Sin embargo, se aplica también a otras relaciones diferentes, tales como el amor platónico o el amor familiar, y, en un sentido más amplio, se habla de amor hacia Dios, la humanidad, la naturaleza, el arte o la belleza. En la mayoría de los casos implica un gran afecto por algo que ocasiona felicidad o placer al que ama. Es un concepto con frecuencia en contraste con el odio, el desprecio o el egoísmo. No obstante, también está relativamente extendida la idea de que, “solo hay un paso del amor al odio (o viceversa),” y son típicas las “peleas de enamorados,” así como, en algunas personas, las relaciones patológicas de amor-odio, producidas estas últimas, según un estudio de la Universidad de Yale, por una autoestima baja. Algunas culturas consideran al apego y al deseo emociones negativas que producen ira y sufrimiento; el amor y el ego son incompatibles.
En la filosofía budista, el amor real es el amor compasivo. Con independencia de su origen incluso en el caso del amor, el apego produce sufrimiento (espiritual). El movimiento hippie que surgió en los años 1960 presentaba en sus inicios un acercamiento similar al apego. Asimismo, este movimiento utilizó el amor como uno de los principales baluartes de la contracultura de los 1960, ejemplificado en el eslogan “make love, not war” (“haz el amor, y no la guerra”).
Los cristianos creen que amar a Dios con todo el corazón, mente y fuerza (sobre todas las cosas) y amar al prójimo como a uno mismo son las dos cosas más importantes en la vida. San Agustín resumió este pensamiento al escribir, “ama a Dios, y haz lo que quieras.”
El apóstol San Pablo glorificó el amor como la mayor de las virtudes. Describiéndolo en el famoso poema Primera epístola a los corintios, escribió:
El amor es paciente, es servicial; el amor no es envidioso, no hace alarde, no se envanece, no procede con bajeza, no busca su propio interés, no se irrita, no tiene en cuenta el mal recibido, no se alegra de la injusticia, sino que se regocija con la verdad. El amor todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. ~1 Corintios 13:4-7.
En la Primera epístola de Juan, capítulo 4, se dice:
Queridos míos, amémonos los unos a los otros, porque el amor procede de Dios, y el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. El que no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor. ~1 Juan 4:7-8.
El apóstol San Juan también escribió:
Sí, Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único para que todo el que cree en él no muera, sino que tenga Vida eterna. ~Juan 3.16.
Cabe resaltar el uso actual de la palabra amor para designar tanto el amor espiritual y el amor romántico como el propio acto sexual, mediante la expresión “hacer el amor.” Hasta mediados del siglo XX, esa expresión estaba reservada para el galanteo.
Perspectiva filosófica
Si la actitud del amor ha de formar parte, en algún momento, de las descripciones que siguen las tendencias de la ciencia experimental, deberá definirse de manera tal que pueda ser observada y cuantificada con cierta precisión.
Baruch de Spinoza (Ámsterdam, 24 de noviembre de 1632 – La Haya, 21 de febrero de 1677) fue un filósofo holandés, de origen judío-portugués, heredero crítico del cartesianismo. Fue considerado unos de los tres grandes racionalistas de la filosofía del siglo XVII, junto con el francés René Descartes y el alemán Gottfried Leibniz. Spinoza estableció una definición que puede cuadrar con los requerimientos de las ciencias humanas y sociales. Escribió al respecto:
El que imagina aquello que ama afectado de alegría o tristeza, también será afectado de alegría o tristeza; y uno y otro de estos afectos será mayor o menor en el amante, según uno y otro sea mayor o menor en la cosa amada.
La definición de Spinoza, en la que la actitud del amor implica compartir alegrías y tristezas de otras personas, no difiere esencialmente de la definición bíblica del amor, ya que el mandamiento sugiere “compartir las alegrías y tristezas de los demás como si fuesen propias,” tal el “amarás a tu prójimo como a ti mismo.”
No sólo esta definición se refiere a aspectos observables y contrastables con la realidad, sino que también presenta aspectos cuantificables, ya que indica que en mayor o menor medida serán compartidos los afectos, mientras mayor o menor sean la alegría o la tristeza asociada a la persona amada.
De la definición mencionada, Spinoza extrae algunas conclusiones inmediatas, tales como los sentimientos que surgen hacia un tercero. Según sus propias palabras:
Si imaginamos que alguien afecta de alegría a la cosa que amamos, seremos afectados de amor hacia él. Si imaginamos, por el contrario, que la afecta de tristeza, seremos, por el contrario, afectados también de odio contra él.
Observamos, en esta expresión, que el odio aparece como una actitud opuesta al amor, como una tendencia a intercambiar los papeles de tristeza y alegría como afectos compartidos.
Para Gottfried Wilhelm Leibniz, (1 de julio de 1646 – Hannover, 14 de noviembre de 1716) fue un filósofo, matemático, jurista, bibliotecario y político alemán), la felicidad es al hombre lo que la perfección es a los entes, y esa felicidad radica fundamentalmente en el amor. El amor a Dios, según el filósofo, debe ser con ternura, y debe tener el ardor combinado con la luz. Así pues, la perfección humana consiste en amor luminoso, un amor en el que se combina la ternura con la razón.
El amor romántico es más fuerte que el impulso sexual. Promueve el apareo, pero ante todo, promueve el deseo de consecución de un nexo emocional (queremos que nuestra pareja nos llame por teléfono, que se acuerde de nosotros, queremos agradarla y deseamos que ambos tengamos los mismos gustos). Una de las características principales del amor romántico, además del deseo de contacto sexual, es el de exclusividad sexual. Cuando tenemos relaciones sexuales con alguien y no lo amamos, no nos importa realmente si también las tiene con otros. Pero cuando nos enamoramos, pasamos a ser realmente posesivos, algo que en la comunidad científica llaman “vigilancia de la pareja.” Por ello, el amor romántico es un arma de doble filo, pues dependiendo del desenlace de la relación, puede derivar en una gran felicidad o una gran tristeza, la cual a su vez puede llevar, en casos extremos, al suicidio y/o al asesinato.
El amor y el odio son muy parecidos, con la indiferencia como el opuesto de ambos. Normalmente hacemos ambas cosas: amamos y odiamos al mismo tiempo a la persona. De hecho, el amor y el odio tienen muchas cosas en común: cuando odiamos, concentramos nuestra atención tanto como cuando amamos; cuando amamos o cuando odiamos, nos obsesiona pensar en ello, tenemos una gran cantidad de energía y nos cuesta comer y dormir.
Las personas tienden a aplicar el concepto del amor de un modo intuitivo desde y hacia otros animales que muestran signos interpretables como inteligencia y hacia otros seres vivos como las plantas. Por ejemplo, el gesto de un perro que acude a lamer la mano del dueño se interpreta como una demostración de amor; sin embargo, los procesos psicológicos que producen ese tipo de comportamientos en el perro responden, según los conocimientos científicos actuales, a otro tipo de motivaciones mucho menos complejas que las de los seres humanos. Por ejemplo, la necesidad de mantenimiento de la manada, heredada de su ancestro evolutivo. En el caso de las plantas, es el hecho de que sepamos que la planta también es un ser vivo, como nosotros, lo que la hace objeto de nuestro amor. En ciertos casos, se llega al extremo de pensar que el amor en sí mismo beneficia a la planta. Y realmente, la beneficia, aunque de forma indirecta, a través de nuestras acciones.
Cupido
La figura de Cupido en forma de niño alado es una imagen recurrente. En el caso del amor romántico, suele representarse con un arco y unas flechas, las cuales, a menudo con los ojos vendados, dispara sobre las personas, produciéndoles así el enamoramiento.
El origen de Cupido se remonta a la mitología romana, si bien su figura ya existía en la mitología griega bajo el nombre de Eros, el dios primordial responsable de la atracción sexual, el amor y el sexo, venerado también como un dios de la fertilidad. A partir del Renacimiento, la figura de Cupido llegó a confundirse con los querubines, confusión que perdura en la actualidad. Tanto los cupidos y ángeles pueden encontrarse en el arte religioso desde la década de 1420 en Italia, desde finales del siglo XVI en los Países Bajos y Alemania, desde el período manierista y el Renacimiento tardío en Francia, y a lo largo del Barroco en frescos de techos. Los han representado tantos artistas que presentar la lista de estos sería poco útil, aunque entre los más conocidos se encuentran el escultor Donatello y el pintor Rafael; dos Cupidos en actitud curiosa y relajada que aparecen a los pies de su Madonna Sixtina son reproducidos con frecuencia. Actualmente son un motivo muy utilizado como representación del amor en imágenes destinadas a la mercadotecnia; tal es el caso de muchas postales de San Valentín.
Corazón
El símbolo del corazón es el que más frecuentemente se relaciona con el amor. Cuando aparece atravesado por la flecha de Cupido, simboliza el amor romántico, y es la forma común en la que las parejas adolescentes lo dibujan en los más variados lugares para dejar constancia de su amor. También se hace alusión al corazón real o al pecho de los amantes como fuente y receptáculo del amor. Y son comunes expresiones como “partir” o “romper el corazón” como sinónimo de crear desamor, “robar el corazón” como sinónimo de producir enamoramiento, “abrir el corazón” como sinónimo de ofrecer amor, y una larga lista con significados en los que los elementos comunes son el amor y el alma.
El origen del corazón del amor parece ser incierto, y existen diversas teorías. Algunos afirman que la forma actual del símbolo surgió simplemente de burdos intentos de dibujar un corazón humano real., Los antiguos, entre ellos Aristóteles (384 a. C. – 322 a. C.), quien fué un filósofo, lógico y científico de la Antigua Grecia cuyas ideas han ejercido una enorme influencia sobre la historia intelectual de Occidente por más de dos milenios, creían el órgano del corazón ser el contenedor de todas las pasiones. Un importante erudito sobre la iconografía del corazón sostiene que la imprecisa descripción anatómica que hizo el filósofo, como un órgano de tres cámaras con la parte superior redondeada y la inferior puntiaguda, pudo haber inspirado a los artistas medievales a la hora de crear lo que hoy conocemos como la “forma de corazón.” A su vez, la tradición medieval del amor cortés pudo haber reforzado la asociación del símbolo con el amor romántico.
Los corazones proliferaron cuando el intercambio de postales de San Valentín ganó popularidad en Inglaterra en el siglo XVII. En un principio, las cartas eran simples, pero los victorianos hicieron que fuesen más elaboradas, empleando el símbolo del corazón en conjunción con cintas y lazos.
Actualmente, el símbolo está extendido por todo el mundo civilizado, y puede encontrarse en los más diversos ámbitos, lugares y momentos, incluyendo los naipes de diversas barajas, como la inglesa, la francesa o la bávara, tapices, pinturas, y como elemento decorativo en objetos cotidianos.
Las Manifestaciones del Amor
En las relaciones de la persona con su medio, el amor se ha clasificado en diferentes manifestaciones; en virtud de ello, pueden aparecer una o más de las siguientes:
Amor auto personal: El amor propio, amor compasivo, es desde el punto de vista de la psicología humanista, el sano amor hacia uno mismo. Aparece situado como prerrequisito de la autoestima y, en cierto contexto, como sinónimo de ésta. Es algo positivo para el desarrollo personal e indispensable para las buenas relaciones interpersonales, y no debe confundirse con el narcisismo, que conlleva egocentrismo y que coincide con una autoestima baja. Para el budismo, que califica al ego como una mera ilusión de nuestra mente, el amor real, amor compasivo, sólo existe cuando se dirige hacia otra persona, y no hacia uno mismo. Para el psicoanálisis, que de forma completamente opuesta al budismo, califica al ego como la única realidad, el amor auto-personal siempre es narcisismo, que puede ser, a su vez, saludable o no saludable.
Amor incondicional: Es el amor compasivo, altruista, que se profesa sin esperar nada a cambio. El amor espiritual, predicado por las diferentes religiones, es el amor incondicional. El amor maternal, o amor de madre a hijo, se reconoce también como amor de este tipo, y por tradición, se considera motivado por un fuerte instinto que lo hace especialmente intenso; no obstante, hay también quien cuestiona la existencia de dicho instinto.
Amor filial: Entre hijos y padres (y, por extensión, entre descendientes y ancestros).
Amor fraternal: En su sentido estricto, es el afecto entre hermanos, aunque puede extenderse a otros parientes exceptuados los padres y los descendientes. Nace de un sentimiento profundo de gratitud y reconocimiento a la familia, y se manifiesta por emociones que apuntan a la convivencia, la colaboración y la identificación de cada sujeto dentro de una estructura de parentesco. Desde el punto de vista del psicoanálisis, el fraternal es, al igual que el amor filial, sublimado, ya que está fundado en la interdicción del incesto.
Amistad: Cercano al amor fraternal, es un sentimiento que nace de la necesidad de los seres humanos de socializar. El amor al prójimo nace a su vez del uso de la facultad de la mente de empatizar y tolerar, y constituye la abstracción de la amistad. Para Erich Fromm, dicho amor al prójimo equivale al amor fraternal y al amor predicado en la Biblia mediante la frase “amarás al prójimo como a ti mismo.”
Amor romántico: Nace en la expectativa de que un ser humano cercano colme a uno de satisfacción y felicidad existencial. Este sentimiento idealiza en cierto grado a la persona objeto de dicha expectativa.
Amor confluente: Amor entre personas capaces de establecer relaciones de pareja. Aparece por oposición al amor romántico: no tiene que ser único, no tiene que ser para siempre, no supone una entrega incondicional, etc.
Amor sexual: Incluye el amor romántico y el amor confluente. El deseo sexual, es diferente del amor romántico y del afecto. Desde el punto de vista de la psicología humanista, el amor romántico y el amor interpersonal en general está relacionado en gran medida con la autoestima.
Amor platónico: Con propiedad, es un concepto filosófico que consiste en la elevación de la manifestación de una idea hasta su contemplación, que varía desde la apariencia de la belleza hasta el conocimiento puro y desinteresado de su esencia. Para Platón, (428 a. C./427 a. C. – 347 a. C.) quien fue un filósofo griego, alumno de Sócrates y maestro de Aristóteles, de familia noble y aristocrática, el verdadero amor es el que nace de la sabiduría, es decir, del conocimiento. Vulgarmente, se conoce como una forma de amor en que no hay un elemento sexual o éste se da de forma mental, imaginativa o idealística y no de forma física.
Amor a los animales y a las plantas: Nace de un sentimiento protector.
Amor hacia algo abstracto o inanimado: A un objeto físico, una idea, una meta, a la patria (patriotismo), al lugar de nacimiento, al honor, a la independencia (integridad). Puede considerarse amor platónico en su sentido filosófico. El patriotismo puede ir asociado a la heroicidad, en cuyo caso constituye un comportamiento de altruismo respecto a su grupo, que en esencia es un comportamiento de egoísmo respecto a otro grupo en la medida en que no se considera al otro grupo de la misma condición.
Amor hacia un dios o una deidad (devoción): Suele nacer de la educación recibida desde la infancia, y se basa en la fe. Se considera a Dios como la fuente de todo amor. En la mayoría de los casos, existe la creencia de que, tras la muerte, Dios premiará de alguna forma a las personas que la correspondiente religión considere virtuosas.
Amor universal: Amor espiritual que, según diferentes religiones, todas las personas pueden llegar a profesar al medio natural y que los grandes místicos experimentan como expresión del nirvana, éxtasis o iluminación, estados de conexión absoluta con el universo o con Dios. Es una manifestación sublime en la que se eclipsan o confluyen el resto de las manifestaciones.
Algunos sectores de la población del mundo civilizado que, al margen de las religiones, aceptadas y asumidas socialmente, todavía relacionan el amor con lo sobrenatural, y testimonio de ello son las ventas de libros sobre la Nueva Era o el lucrativo negocio de los adivinadores y cartomantes a través de medios de comunicación como la televisión o la radio.
En palabras de Helen Fisher, (nacida en 1945) quien es una profesora de antropología e investigadora del comportamiento humano en la Universidad Rutgers, y ha estudiado el amor romántico (atracción interpersonal) desde un punto de vista científico durante alrededor de 30 años:
El amor es el resultado de reacciones químicas, y el conocimiento de tal hecho no es óbice para su disfrute: Yo tengo que decirles que sí, que todo es química. Cada vez que producimos un pensamiento, o tenemos una motivación, o experimentamos una emoción, siempre se trata de química. Sin embargo, es posible conocer todos y cada uno de los ingredientes de un pastel de chocolate, y que aún nos guste sentarnos y comerlo. De la misma manera, podemos conocer toda la química que hay detrás del amor romántico –todavía no la conocemos toda, pero estamos empezando a conocerla en parte- y aun así ser capaces de captar toda su enorme magia. ~Helen Fisher, en una entrevista.
El Amor es un anhelo apacible de dar, de compartir y comunicar al otro el cúmulo de sentimientos buenos, atesorados desde el comienzo de la vida.
Es importante tener presente que el amor no ata, no encadena, más bien da alas de libertad para que el otro vuele tan alto como lo necesite. Y también saberse unido al ser amado con energías invisibles, y disfrutar así los logros al mismo tiempo para hacer florecer el amor.
Cuanta mayor libertad y respeto se otorguen uno al otro, más cercanos estarán, más correspondidos, y mejor se definirá el compromiso.
El amor es ave inquieta de libertad, y no se puede encarcelar porque se muere. Sin embargo, siempre se quedará allí si se le alimenta de ternuras.
Hablar o escribir sobre el amor es tán difícil ya que todos llegamos a experimentarlo de alguna manera, sólo que no todos lo vivimos o lo expresamos de la misma forma. Es verdad que no todos los días son propicios para hacer el amor pero si para demostrarlo.
El poeta Americano Max Ehrmann, escribió en su poema “Desiderata” la siguiente frase:
“…Se sincero contigo mismo, en especial no finjas el afecto, y no seas cínico en el amor, pues en medio de todas las arideces y desengaños es perenne como la hierba….”
Hermosa frase no es así?
“AMOR: palabra de dos vocales dos consonantes y dos idiotas”. ~Sócrates
“Ofrecer amistad al que pide amor es como dar pan al que muere de sed.” ~Ovidio
“El amor es un fruto que madura en todas las estaciones y que se encuentra al alcance de todas las manos.” ~Madre Teresa De Calcuta
“Amar no es solamente querer, es sobre todo comprender.” ~Françoise Sagan (1935-2004) Escritora francesa
“Aprendemos a amar no cuando encontramos a la persona perfecta, sino cuando llegamos a ver de manera perfecta a una persona imperfecta.” ~Sam Keen (1931-?) Escritor, profesor y filósofo americano
“Amar es encontrar en la felicidad de otro tu propia felicidad.” ~Gottfried Wilhelm Leibniz (1646-1716) Filósofo, físico y matemático alemán
“El Amor es el significado ultimado de todo lo que nos rodea. No es un simple sentimiento, es la verdad, es la alegría que está en el origen de toda creación.” ~Rabindranath Tagore (1861-1941) Filósofo y escritor indú
Existiendo miles de frases sobre el amor hay una que particularmente me llamo la atención desde el primer día que la lei en Twitter. Es una gran frase del Maestro Pepe Aguilar y ahora una de mis favoritas.
El amor a tus padres es ÚNICO, a tus hijos es CIRCUNSTANCIAL, a tu pareja es NECESARIO, pero hacia ti mismo es ESENCIAL. ~Pepe Aguilar
Hasta la proxima Semana. No olviden Sonreír, Vivir, Pensar, Reflexionar, y sobre todo Amar.
Helen Fisher estudia el cerebro enamorado