La felicidad es un estado de ánimo que se produce en la persona cuando cree haber alcanzado una meta deseada. Tal estado propicia paz interior, un enfoque del medio positivo, al mismo tiempo que estimula a conquistar nuevas metas. Es definida como una condición interna de satisfacción y alegría.
Hay quienes piensan que la felicidad depende de uno mismo, de lo “fuerte” que uno sea, de lo valiente, espabilado, sagaz, capaz,. en definitiva, de cualidades que son dependientes de otros factores que nada tienen que ver con el estado de flujo asociado a la felicidad, y que por efecto de ésta, experimentamos las otras. La personalidad es la región de nuestra mente que administra los recursos, marca prioridades y establece objetivos; pero no es capaz de imbuirnos estados anímicos, estos son el resultado de la suma de procesos neuroquímicos en los que nuestra persona poco o nada tiene que ver. Podremos favorecer o dificultar que sucedan, pero no impedirlos.
Pensamientos al estilo de que, nada o nadie podrá impedir que sea feliz, es relativamente cierto o falso, dependiendo de lo capaces que seamos de tratar con las cosas que nos motivan. Todo lo que sucede es para nuestro beneficio, no obstante, si lo que sucede se opone a lo que consideramos bueno (y ahí entra nuestra personalidad), es cuando el estado preferente se distorsiona y comenzamos a perder el flujo. No podemos actuar como jueces en una naturaleza que no entiende de justicia moral. El idioma de la naturaleza establece un equilibrio termodinámico. Nuestro cerebro sí entiende de termodinámica, pero nuestra conciencia no siempre está educada para comprender la dinámica de esta naturaleza. Las cosas son como son, tal como suceden, a pesar de que se opongan a nuestros objetivos.
La felicidad es una inversión de recursos, los cuales consumiremos para mantenernos, teniendo que repetir el ciclo tantas veces como sea necesario. La capacidad de dar soluciones a los diferentes aspectos del vivir cotidiano, hace del individuo más o menos feliz. Esto se pone de relieve cuando entendemos lo que es la frustración, causa principal de la pérdida de la felicidad. Cabe decir que, tal sensación de autorrealización y plenitud, confiere a las personas felices una mayor serenidad y estabilidad en sus pensamientos, emociones y actos; fruto del equilibrio y la compensación de las cargas emocionales y las racionales. Algunas emociones asociados a la felicidad son la alegría y la euforia.
El subconsciente alimenta este estado de ánimo. Admitir los límites de la personalidad nos facilitará la capacidad de no derrochar recursos en aquello que es incontrolable. Tratar de condicionar el entorno a nuestro deseo sólo impedirá que consigamos atisbar lo que es el flujo que nos lleva al estado de ánimo feliz. Este estado no se encuentra fuera de nosotros, ni siquiera en nosotros, se encuentra en nuestra naturaleza interior. No depende exclusivamente del entorno, sino que es la aceptación de que existen fuerzas más poderosas que nuestra voluntad, modificando nuestra actitud hacia la vida; siendo el pesimismo una actitud que dificulta la consecución de dicho estado anímico y el optimismo una actitud favorecedora, pero ninguna de las dos son determinantes.
Los filósofos encontraron respuestas muy diferentes, como decía Aristóteles, todos estamos de acuerdo en que queremos ser felices, pero en cuanto intentamos aclarar cómo podemos serlo empiezan las discrepancias.
- Según Aristóteles: Ser feliz es autorrealizarse, alcanzar las metas propias de un ser humano.
- Según Platón: si bien el horizonte de la felicidad se abre a la vida después de la muerte.
- Según Epicuro: Ser feliz es experimentar placer intelectual y físico y conseguir evitar el sufrimiento mental y físico.
- Ser feliz es ser autosuficiente, valerse por sí mismo sin depender de nada ni de nadie .
- Aristóteles considera que ser feliz es ser humano en el más pleno sentido de la palabra.
- Epicuro, por el contrario, se pregunta qué es lo que mueve a los humanos a obrar, porque la felicidad consistirá en conseguirlo, y esa cosa es el placer.
Aristóteles sostiene que todos los hombres están de acuerdo en llamar felicidad a la unidad presupuesta de los fines humanos, el bien supremo, el fin último, pero que es difícil definirla y describirla. De ahí se aprecia la divergencia de opiniones respecto a cómo entender la felicidad; placer para algunos; honores para otros; contemplación (conocimiento intelectual) para otros, de acuerdo a otros puntos de vista.
Aristóteles rechaza que la riqueza pueda ser la felicidad, pues es un medio o para conseguir placeres o para conseguir honores, pero reconoce que existen personas que convierten a las riquezas en su centro de atención. No obstante, estos no son más que bienes externos que no son perseguidos por sí mismos, sino por ser medios para alcanzar la felicidad, puesto que es ésta la única que se basta a sí misma para ser autentica y perfecta. Los demás bienes externos se buscan porque pueden acercarnos más a la felicidad, aunque su posesión no implica que seamos íntegramente felices. Puesto que no por poseer riquezas garantizamos nuestra felicidad. Tampoco solamente la consecución del placer nos hace felices. Normalmente necesitamos algo más para serlo y eso nos distingue de los animales. Sin embargo, aunque estos bienes particulares no basten, ayudan, el bien no puede ser algo ilusorio e inalcanzable. Sin ciertos bienes la felicidad será casi imposible de alcanzar. Para Aristóteles la felicidad humana se basa en la autorrealización dentro de un colectivo humano, adquirada mediante el ejercicio de la virtud.
“Solamente haciendo el bien se puede realmente ser feliz.” ~Aristóteles
¿Realmente se puede ser feliz en la vida?
Todos queremos ser felices, sin embargo nadie nos enseña cómo ser felices de verdad, en la escuela no existe una materia sobre la felicidad, y al ser está la realidad dejamos que la “vida” nos enseñe a ser felices. Y es aquí cuando comenzamos a buscar la felicidad, lo peligroso es que la sociedad en general tiene un concepto equivocado sobre lo que es realmente la felicidad. Y si nosotros ponemos nuestra felicidad en manos de la sociedad o alguna persona fuera de nosotros mismos, corremos el riego de ser infelices.
Muchos creen que la felicidad es el mayor tesoro de la vida. Que no existe en el mundo nada más importante que ser realmente feliz.
Creo honestamente que la felicidad es el objetivo y la principal motivación de todos los seres humanos. ¿Has conocido alguna vez a alguien que quiera ser infeliz? Es imposible. Porque todos queremos ser felices. Si observas por un momento a tu alrededor, encontrarás que la mayoría de las personas siguen una formula.
Si trabajas duro conseguirás el éxito y solo cuando consigas el éxito serás feliz? Esto explica perfectamente que es lo que suele motivarnos en la vida.
Cuando tenga más dinero seré feliz.
Cuando este saludable seré feliz.
Cuando tenga una relación de pareja perfecta seré feliz.
Cuando tenga esa casa o ese automóvil seré feliz.
Y así siempre. Primero el éxito, luego la felicidad.
Si el éxito diera la felicidad, toda persona que logre ser millonario sería feliz, toda persona que logre un aumento de sueldo sería feliz, toda persona que logre una relación de pareja perfecta sería feliz o toda persona que logre tener un cuerpo ideal sería feliz.
Sin embargo evidentemente esto es totalmente falso, porque cuando creemos que el logro de un objetivo nos dará la felicidad enseguida que lo logramos nos planteamos otro objetivo cada vez más elevado, y la felicidad se vuelve cada vez más difícil de conseguir.
Actualmente se cree que la felicidad únicamente se puede lograr si somos personas exitosas con vidas perfectas, sin embargo se ha demostrado por medio de estudios en el campo de la Psicología Positiva que primero tienes que ser feliz y luego lograrás el éxito en todo lo que te propongas en tú vida.
Asi que no te deprimas, no te enfurezcas, no te desanimes, no te desesperes, que si todos y digo todos estamos en busqueda de la felicidad, es señal de que nadie la ha encontrado.
Empieza a ver lo bueno de la vida, aún cuando tengas la peor de las barbaries en frente. El ver lo que los demás no ven hará que tengas un mejor concepto de la vida, de que la vida no es eterna y de que existen personas felices en el mundo, y tu puedes ser una de ellas, sólo depende de que tú lo decidas.